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Ahora mismo, muchos os estaréis preguntando… ¿qué tiene que ver Jennifer Aniston y los Oscars con el dolor crónico? La respuesta es “cake”. Para la mayoría de las personas, si les mencionamos la palabra “cake”, lo primero que les vendrá en mente es su traducción al español, o lo que es lo mismo: pensarán en pasteles. La gente se imagina riquísimos pasteles de chocolate, trufa, nata… de todos los colores y sabores inimaginables.

Pero cuando yo hablo de “cake”, me refiero a Cake (con C mayúscula) la película, donde una Jennifer Aniston estelar muy lejos de su registro cómico (según las críticas que se pueden encontrar en la red, uno de los mejores papeles de su carrera, véase The Washington Post, Indiewire, New York Post, Los Angeles Times o Forbes), lleva a la gran pantalla por primera vez la temática del dolor crónico.

En primer lugar, vamos a poner la película un poco en contexto. En Cake, Jennifer Aniston interpreta a una mujer que padece dolor crónico severo obsesionada con el suicidio de una de sus compañeras de su grupo de apoyo. Pero más allá del argumento, el hecho que el dolor crónico se represente en una película (un poco indie, pero que al fin y al cabo, ha dado que hablar) implica una única cosa: visibilidad.

Hablar de dolor crónico no es fácil. Como leemos en esta noticia de USA Today, “chronic pain is often hidden from the USA’s front pages and TV screens”, algo totalmente incomprensible cuando el propio medio de comunicación comenta que se trata del mayor problema de salud que tiene el país. Por otro lado, la cadena ABC destacaba en esta otra noticia que “many professionals are not trained to provide pain care or to guide their patients in managing it”. El dolor crónico es, por tanto, un gran desconocido. Y como comentamos en el post anterior, está infratatado.

Por estas razones, la nominación a los Oscars a mejor actriz hubiera supuesto un gran avance en la concienciación social sobre este problema. Me explico: más gente se hubiera interesado sobre el dolor crónico (quizás descubriendo una realidad que desconocían), o incluso se hubieran sorprendido que, por ejemplo, 100 millones de norteamericanos tienen este problema.

Porque estar nominado a un Oscar significa que millones de personas querrán ver la película por la cual estás nominado. Y no sólo eso: saldrás en entrevistas por la televisión, los periódicos hablarán de ti, te harán críticas… y eso significa explicar de qué va la película y porque es importante que la gente la vea (de nuevo, el término clave: visibilidad). Por tanto, aunque después no ganara la preciada estatuilla, el mero hecho de haber estado nominada a mejor actriz hubiera activado todo este mecanismo de marketing (por así decirlo) que, de alguna manera u otra, hubiera acercado la cruda realidad de estas personas (el dolor crónico) a un público mucho más amplio de los que la conocen habitualmente. Pero desgraciadamente, la bola de nieve se ha derretido.

Para quién le interese, la película se estrenó en Estados Unidos el pasado 23 de enero. En España, en cambio, aún no tiene fecha de estreno. De momento, nos tendremos que conformar con el tráiler.

Anna Sendra, ALGOS. Recerca en Dolor

Universitat Rovira i Virgili, Tarragona


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