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El tema que nos gustaría tratar esta semana es cómo afecta (o puede afectar) el dolor crónico que sufren los padres, en el desarrollo de conductas de dolor en sus hijos.

Muchos son los hogares en los que alguno de los padres está afectado por algún tipo de dolor crónico (migrañas, lumbalgias, etc.). Un estudio reciente, publicado en “Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine” en el mes de noviembre, ha puesto de manifiesto que los adolescentes que conviven con padres que sufren algún tipo de dolor crónico, tienen una mayor probabilidad de desarrollar problemas crónicos de dolor.

Y esto, ¿a qué se debe?

Una de las hipótesis que cobra más peso tras la investigación llevada a cabo por el equipo del Dr. Hoftun es que el dolor, al igual que otras muchas conductas, se aprende. Es decir, los niños aprenderían tanto las conductas de dolor de sus padres como la forma en que estos afrontan ese dolor. Así pues, si los padres muestran ante sus hijos muchas conductas de dolor y si la manera que tienen de afrontarlo no es la correcta, puede ser que sus hijos vivan esa situación de manera desagradable y aprendan a “temer” al dolor porque “no se puede hacer nada para paliarlo”. Así pues, esta experiencia negativa con el dolor sería uno de los principales agravantes para desarrollar un problema de dolor crónico en un futuro.

El Dr. Hoftun y su equipo encontraron también que cuando los padres del niño están separados y el niño vive solo con la madre (afectada por un dolor crónico) la probabilidad de que este niño desarrolle problemas de dolor crónico es mucho mayor que si viviera con los dos progenitores. Por el contrario, no se ha encontrado esta relación, entre dolor parental y dolor en el hijo, cuando el niño vive solo con el padre (que sufre dolor crónico).

Y, ¿qué puedo hacer si tengo dolor crónico y no quiero que mi hijo se vea afectado?

Una de las alternativas que pueden seguir los progenitores que sufren problemas de dolor crónico es aprender a afrontar ese dolor de la manera correcta. Es decir, se les puede instruir para que no dejen de realizar actividades placenteras, para que no limiten su vida social, para que puedan seguir su día a día normal (ir a trabajar, hacer la compra, etc.). Cuando los padres aprenden a responder al dolor de manera adecuada, su hijo también va a ir aprendiendo la forma más apropiada de actuar cuando sienta dolor (bien sea crónico o agudo) y, de esta forma, se puede prevenir la discapacidad asociada a los problemas crónicos de dolor.

Elisabet Sánchez, ALGOS. Recerca en Dolor

Universitat Rovira i Virgili, Tarragona

Créditos de la foto: Adrien Schopfer


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