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El dolor en población infanto-juvenil es un problema real que, hasta hace relativamente poco tiempo, no era reconocido como tal. Mitos como que “los niños no pueden sentir dolor” o que “los niños no recuerdan las experiencias dolorosas” todavía siguen, en cierto modo, instaurados en nuestra sociedad.

Aunque, a día de hoy, la gran mayoría de los profesionales de la salud son conscientes de que los bebés y niños más pequeños sí pueden sentir dolor, muchas veces el dolor en esta población está infravalorado e infratratado. Todo ello a pesar de que diversos estudios han demostrado que experiencias dolorosas ocurridas en etapas muy primerizas de la infancia (tanto como en bebés recién nacidos) pueden determinar la reacción que esos niños tendrán ante futuros acontecimientos dolorosos.

El procedimiento médico doloroso más común durante los primeros años de vida en bebés y niños sanos es la vacunación. Siguiendo las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría (AEP), un niño sano, que no haya tenido ningún problema de salud que requiriera el uso de procedimientos médicos dolorosos, habrá estado expuesto a entre 15 y 26 procedimientos de este tipo a la edad de 14 años. De estos procedimientos dolorosos, la mayoría se llevarán a cabo antes de los 3 años (entre 13 y 20 vacunaciones) pudiendo incluso coincidir en un mismo momento más de una vacunación.

Afortunadamente, hoy en día sabemos que podemos actuar para que estos procedimientos médicos dolorosos sean vividos de una forma no traumática. Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto que el dolor procedimental en niños puede ser reducido de forma efectiva utilizando procedimientos tanto farmacológicos como no farmacológicos.

Basándonos en esos estudios, observamos que algunas de las estrategias que han demostrado ser útiles para reducir el dolor procedimental en niños de 0 a 3 años son:

–          El método canguro (o contacto piel con piel) que consiste en poner al bebé desnudo encima del pecho, también desnudo de la mamá (u otra figura de apego).

–          La lactancia materna, esto es, amamantar al bebé mientras está siendo vacunado.

–          La succión no nutritiva, esto es, el uso de chupetes.

–          Intervenciones basadas en masajes.

–          La distracción del niño, por ejemplo, mediante la visualización de vídeos o la elaboración de burbujas de jabón mientras están siendo vacunados.

En cuanto a niños más mayores, de entre 3 y 11 años, se ha visto que los ejercicios de respiración, la distracción (tanto la dirigida por los propios niños como la dirigida por los padres o el personal de enfermería) y la combinación de intervenciones cognitivo-conductuales (como puede ser la combinación de ejercicios de relajación profunda con autoverbalizaciones positivas) también resultan útiles para reducir el dolor y el distrés asociado al procedimiento médico doloroso.

Así pues, sabiendo que existen métodos no farmacológicos sencillos de implementar y que resultan útiles para minimizar el dolor derivado de procedimientos médicos en niños, creemos que es fundamental que tanto los profesionales como los padres/madres conozcan estos métodos y los puedan poner en práctica.

 

Dra. Elisabet Sánchez Rodríguez

@eli_tgn


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